https://www.lavozdegalicia.es/noticia/santiago/2017/09/02/septiembre/0003_201709S2C8992.htm


Septiembre


Enero es el mes de las buenas intenciones. Es cuando se hace la lista de objetivos a cumplir a lo largo de todo el año. Al menos, es así para la mayoría de las personas, pero no para mí. En mi caso, septiembre es el auténtico primer mes del año. Cuando era pequeña suponía volver al colegio o al instituto, dejar atrás el verano, y recuperar a mis amigos. Cuando nacieron mis hijos, seguí teniendo la sensación de que, tras superar el agobio de la falta de guarderías y de programas de conciliación en agosto, llegaba septiembre para ofrecerme su maravillosa rutina. En septiembre todo empieza otra vez, y se abre una nueva oportunidad para hacer realidad todas las tareas pendientes. Septiembre es, en definitiva, el inicio de un nuevo año, de un nuevo ciclo vital. 
Con el paso del tiempo no ha cambiado mi sensación de que con septiembre todo se renueva. Mi lista de buenos propósitos, esa que todo el mundo a mi alrededor escribe en enero, yo la prefiero en septiembre. Es cuando me comprometo ir a caminar una hora diaria, a nadar dos días a la semana y a no faltar a ninguna de las sesiones semanales de pilates con Nano. Septiembre es también la auténtica cuesta de enero. Dejando a un lado los cálculos más o menos acertados de lo que cuesta enviar a los vástagos al colegio, instituto o universidad, septiembre es el mes perfecto para descubrir que en el resto de los meses hay una montaña de gastos superfluos. No hay mejor mes del año para afrontar la reorganización de las finanzas familiares y encontrar los recursos para los gastos realmente importantes. Septiembre es, sin duda, digan lo digan, el mejor mes del año.

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